miércoles, 29 de agosto de 2012

El viaje número 68

El viaje que se llevó a término desde el día 5 al 17 de agosto transcurrió con gran normalidad y con mucha calor. Creíamos que en Rumanía el clima sería más favorable pero la llegada a Bucarest marcaban los termómetros 42 grados. Los campos estaban secos con gran preocupación por los agricultores, y casualmente al día siguiente de la llegada tuvieron las primeras lluvias, y así siguió durante 4 o 5 días en que la vegetación lo agradeció.
Primero salimos de Bucarest en dirección a Tulcea donde visitamos a la familia de la pequeña María que está pendiente de lo que indiquen los médicos para venir otra vez y llevar a término una posible nueva operación. Esta vez sería en cuanto el problema quele pueda haber afectado el único riñón que ahora tiene. Hicimos noche en Tulcea y después salimos dirección a Pildesti, una pequeña localidad dependiente de Roman y allí visitamos diferentes familias de enfermos o de personas que de una forma u otra han tenido relación con nosotros. Conocimos a 2 gemelas recién nacidas - Alicia y Yolanda- de 5 meses, hijas de una joven que vino a España para recuperarse psicológicamente, estuvo con nosotros 7 años. Después visitamos a la familia de la pequeña Giorgiana, ciega, que aunque viven en Barcelona actualmente, habían ido a pasar un tiempo con la familia. Visitamos también a otra familia para saludarles. En España, la joven Adriana nos pidió que procurásemos visitar a su madre con una grave depresión. Hicimos escala en el colegio La Salle en esta localidad donde pudimos estar 2 noches con ellos. Salimos de allí dirección a Brasov, una ciudad preciosa, famosa por la llamada iglesia negra de los protestantes. Es una ciudad muy grande catalogada en invierno como la más fría del pais. Seguimos camino llegando a Ploiesti, aquí visitamos a la familia Adam, donde el ya joven Daniel está totalmente curado de aquellos 5 cánceres que se le encontraron cuando vino a Barcelona casi desahuciado con un año completo de edad. En este encuentro compartimos con toda la familia y volvimos a Bucarest donde nos reunimos con el equipo de ACAIR que tenemos allá. Acabó este viaje con una gran paella de arroz que me tocó hacer a mí, como siempre, por haber sido cocinero durante bastantes años en barcos mercantes.

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